Consideremos por un momento la naturaleza del ser humano. Vive en un mundo maravilloso que ofrece más oportunidades de las que puede aprovechar, es libre para hacer de sí mismo lo que quiera. Pareciera increíble que haya tantas personas que hacen tan poco, a pesar de que disponen de todas las capacidades para alcanzar sus metas y tener éxito, esto se debe a que las personas por mas consientes que estén de que deben hacer un cambio en sus vidas siempre existirá en su mente una idea de que está no puede llegar a ser cumplida; es de mentes abiertas abrirse al cambio y tomar riesgos, debemos entender que tomar la decisión de cambiar desencadena consecuencias que buenas o malas debemos asumir para lograr el objetivo deseado.
El ser humano nació para luchar y perseguir metas, debe encontrar una finalidad y un significado; cuando no posee esa finalidad, se siente incompleto, descontento e insatisfecho, por esta razón es más fácil desviarse del camino que continuar e insistir en la meta proyectada.
Pareciera que el ser humano fue creado para desesperarse, pero la vida no le plantea retos sin ofrecerle también una recompensa. Cada ser humano desde el principio posee una reserva vital, una capacidad inexplorada que es igual a sus necesidades. Cuando aumentan sus metas, sus objetivos y sus ambiciones, también aumentan sus reservas, nadie ha alcanzado jamás el límite del potencial inexplorado, las mayores limitaciones del ser humano son las que el mismo se impone.
El ser humano solo llega al límite de su resistencia cuando su mente cierra la puerta a lo que puede hacer.
Como ya se dijo el ser humano lucha y busca metas, está casi siempre insatisfecho, por eso no es suficiente que la persona se fije un objetivo; debe realizarlos trabajando. Sus metas personales deben ser compatibles con su íntima escala de valores, para llamarle la atención y atraerlo debe ser valiosas, dignas de sus mejores esfuerzos, deben de exigir sus reservas de energía, y su capacidad inexplorada aquella en la cual muchos no confían; uno de los mayores problemas que conllevan al fracaso es no creer en uno mismo, esa es la clave fundamental para alcanzar una meta, si tu no crees en ti mismo no serás capaz de establecer metas claras y siempre pondrás obstáculos en tú camino.
La capacidad de fijar metas y tener aspiraciones es, la que mediante pensamientos, podemos conscientemente fijar en el subconsciente, el cual no discrimina, y si acepta la idea como válida, canalizará la fuerza para que esa idea se haga realidad. La mente consciente es la fuente de los pensamientos y la mente subconsciente es el depósito y canalizador de la fuerza que permite a esos pensamientos ser materializados como logros reales en el mundo exterior. La mente subconsciente siempre logra hacer realidad aquello que se le ha fijado mediante los pensamientos, si son planteados como reales, lógicos y posibles de alcanzar. Pensamientos que deben ser repetidos como afirmaciones positivas de auto-apoyo, y en lo posible visualizados como realizados, lo que sugestiona al subconsciente y le hacen tener la convicción que se harán realidad. Pasamos a ser un poderoso imán de atracción de lo positivo que necesitamos para el logro de la meta aspirada.
Los éxitos comienzan con una idea, ¿Cierto? Entonces, si todos tenemos ideas, ¿Por qué no todos podemos alcanzar nuestras metas? La respuesta es simple: El 95% de las personas abandona sus sueños y al hacerlo renuncian automáticamente al éxito. En pocas palabras, el 95% de la gente no es perseverante y por ende no obtienen los resultados que desean. Pero para justificar su derrota ante los demás y lo que es peor, para justificarse ante ellos mismos le echan la culpa a todo lo que está fuera de ellos, a la mala suerte, a las circunstancias, a la falta de dinero, a la falta de estudios, al vecino, al clima y a todo aquello que se encuentre fuera de su alcance, olvidando que los resultados que queremos obtener dependen únicamente de nosotros mismos. Al culpar al exterior nos victimizamos, evadimos nuestra responsabilidad y con ese comportamiento lo único que conseguimos es desempoderarnos.
La evasión es uno de esos recursos que con frecuencia utilizamos los seres humanos para no asumir la responsabilidad. Podemos encontrar muchas excusas o pretextos para ello, sin embargo, cualquiera de ellos, no tendrá nunca el peso suficiente como para darle validez a nuestra actitud evasiva. Evadimos, por la simple y sencilla razón de que es una conducta generalizada y por lo mismo, no queremos hacernos responsables de nuestras obligaciones, porque tenemos la percepción de que nadie lo hace y por lo tanto, no vale la pena esforzarnos.
Dejamos de ser responsables con nuestras propias metas y objetivos, cuando empezamos a tener miedo de no saber usar nuestra libertad; y en ese sentido, sin quererlo, la irresponsabilidad se convierte en una atadura moral de nuestros actos, que nos desvía del camino y es así como por miedo e inseguridades llegamos a no asumir y abandonar nuestro sueño o meta.
¿Has visto la paja en el ojo ajeno? ¡Si…! Pero… ¿has visto la viga en tu ojo? ¡No…!. Esta es por lo general la conducta generalizada, aprendemos a ver los errores de los demás, como una forma de evadir nuestras responsabilidades, pues no nos gusta sentirnos obligados a algo, pero si nos gusta ser beneficiarios de los demás.
Erich Fromm en su libro “El miedo a la libertad” lo dijo muy claramente, el ser humano vive evadiendo sus responsabilidades y obligaciones por el simple hecho de que a pesar de que la libertad le ha proporcionado independencia y racionalidad, lo ha aislado y tornado ansioso e impotente, y con ello, ha permitido la aparición de algunos mecanismos de evasión que resultan de la misma inseguridad del individuo aislado. Por ello, empecemos a usar mejor nuestra libertad, y encontraremos el camino de la responsabilidad. ¡Así de simple!
Evadimos las responsabilidades de lo que tenemos que hacer para no asumir riesgos. La verdad, son muchas cosas las que no asumimos para no tener que lidiar con la culpa, con los riesgos, con las consecuencias de nuestras acciones, para burlar nuestras conciencias y no nos acuse, para no dañar nuestra reputación o la imagen que tenemos de nosotros mismos. Lo peor de eso, es que mientras más nos tardemos en asumir nuestras responsabilidades, peor serán las consecuencias, la culpa y los riesgos.
Muchas veces, tenemos la fatal idea de que si no asumimos riesgos no perdemos, pero muchas veces hay riesgos, que más que eso son nuevos retos que nos llevaran a lograr nuevas metas, y si no los asumimos nunca, no llegaremos a la meta nunca. También, tenemos la fatal idea de que si asumimos la culpa que tenemos por lo que hicimos o dejamos de hacer, siempre la conciencia nos va a seguir atacando y haciendo daño por el resto de nuestras vidas.
Pero no tiene que ser así, puesto que una vez, que hayamos asumido conscientemente, nuestra responsabilidad de verificar que tan culpables somos o no, nos queda la necesidad de asumir que responsabilidades tenemos al respecto, es decir, que podemos hacer para cambiar lo que hicimos mal, tomando mejores decisiones presentes y futuras. Aquí no hay secretos ni fórmulas mágicas.
Las personas exitosas logran alcanzar sus metas porque son perseverantes, jamás aceptan un NO por respuesta, simplemente toman una idea y la van perfeccionando en el camino, van haciendo cambios hasta obtener los resultados que buscan, pero nunca abandonan ni cambian la meta.
Te reto a que pienses por un momento cuántas veces has abandonado tus metas porque las cosas no te salieron bien a la primera. Es más, te reto a que busques dentro de ti si esa idea, ese sueño sigue estando “allí” en tu interior como un anhelo, como algo lejano que una vez quisiste y no conseguiste, o lo que es peor, sigue estando dentro de ti como una frustración. Si eso es así solo me queda pedirte que con total honestidad te respondas las siguientes preguntas: ¿Eso que deseas lograr depende de ti? ¿Si nada “externo” fuese un problema o un impedimento para ti, aún podrías lograrlo? Cuando abandonaste esa idea o sueño, fuiste lo suficientemente perseverante? El éxito es algo que está en nuestras manos siempre y cuando sepamos lo que queremos, seamos perseverantes y hagamos lo que tenemos que hacer para lograrlo.
“Amarse a uno mismo y comprometernos con nuestras metas es el comienzo de una aventura que dura toda la vida”.
Psic. Natalia Cruz
Psic. Maryeling Riera