En muchas ocasiones, el alimento se contamina por una manipulación incorrecta, realizada no sólo por el personal que lo procesa industrialmente, sino también por el que lo cocina y lo prepara en el domicilio, restaurantes, bares, etc.
DIRECTAMENTE: Al hablar, toser o estornudar, eliminamos gotitas de saliva y secreciones de nariz y garganta que están cargadas de gérmenes y pueden caer en los alimentos expuestos.
A TRAVÉS DEL AIRE: Además de las gotitas, antes mencionadas, producimos otras gotitas mucho más pequeñas que quedan suspendidas en el aire y se mueven en él impulsadas por las corrientes del mismo y así pueden depositarse en los alimentos.
A TRAVÉS DE LAS MANOS: Especialmente de las uñas, que tocan zonas del propio cuerpo o de otras personas u objetos contaminados.
A TRAVÉS DEL POLVO Y LA TIERRA: Pequeñas partículas de la misma suspendidas en el aire constituyen el polvo y pueden ser vehículos de gérmenes hasta los alimentos no protegidos.
A TRAVÉS DEL AGUA: Que se utilice para la preparación de alimentos el lavado de los mismos o de utensilios que van a estar en contacto con ellos.
A TRAVÉS DE INSECTOS: Especialmente las moscas, que pueden transportas entre los pelos de sus patas gérmenes
A TRAVÉS DE UTENSILIOS: Mal lavados o expuestos al aire contaminado o a los insectos; también a través de ropas u otros objetos contaminados.
La contaminación cruzada consiste en el trasvase de microbios patógenos de unos alimentos contaminados (normalmente crudos) a otros alimentos, tanto de manera directa como indirecta. Los microbios patógenos se encuentran frecuentemente en alimentos crudos destinados a la cocina, como carnes, aves, huevos y verduras. Normalmente esto no constituye un problema, ya que una adecuada cocción de los productos convierte en inofensivos a los microbios que sobreviven.
Sin embargo, si existe un riesgo de contaminación cruzada, ésta se produce cuando los microbios que se encuentran en los alimentos crudos se extienden a productos que se consumen sin ser cocinados previamente, como ocurre con los quesos, las ensaladas, los bocadillos o los platos preparados y listos para comer. En estos casos, la contaminación cruzada se puede producir de dos formas distintas:
Precauciones básicas
Por tanto, para evitar la contaminación cruzada, es imprescindible lavarse siempre las manos antes de cocinar y después de tocar alimentos crudos, así como adoptar unas medidas de manipulación concretas, sobre las que podemos asesorarle en Confinem. Algunas de ellas son:
– Colocar los alimentos cocinados o listos para consumir en las baldas superiores del frigorífico y los crudos, como carnes o pescados, en la parte inferior para evitar goteos.
– Conservar los alimentos separados en recipientes cerrados herméticamente, de modo que se eviten posibles contactos.
– Evitar siempre la utilización de los mismos utensilios para manipular los alimentos crudos y los cocinados.